29 de junio de 2015

Una vez, en otra vida, escribí "¡Cumbre!"

"Yo sólo quería estar en una redacción..." La frase de hoy es del primer episodio de la serie The Newsroom. Me habían advertido contra ella. Demasiado triunfalista, dicen, demasiado americana. Pues vale. Yo también quería estar en una redacción. Con toda mi alma de periodista. De aquello que era. De aquello que fui en otro tiempo, en otra vida.

En realidad, pasé años en una redacción. Ruidosa, en algunos casos, silenciosa y escondida en un viejo piso del barrio de Chamberí en otros. O rodeada de trigales, en mitad de un destierro que cambiaba de color con las estaciones. O sobre las calles mojadas de la ciudad de las novelas. O bajo tierra, insonorizada en un estudio de radio.

Nunca cubrí grandes acontecimientos, de los que cambian en mundo, como en las series. Hablaba de montañas, de largos viajes, de cine y de música. De fines de semana recorriendo montes y noches bajo las estrellas. De deportes, de superación y de fracasos. De la vida misma en tiempo de ocio.

Pero recuerdo la emoción. El teléfono que suena en una oficina a oscuras y, al descolgar, trasmite una palabra. "Summit". Desde Pakistán. O el momento de entrar en antena, agotada y con fiebre, que desaparece por completo en el momento en que me ajusto los cascos y, con la mano, indico a control que bajen el volumen de la cama musical, para dar paso a mi propia voz, desdoblada aquí y en lugares donde nunca he estado. Y los cigarrillos en tiempo de espera, y las diapositivas amontonadas junto a la mesa de luz...

Yo estaba en una redacción y era exactamente donde quería estar. La vida pasaba y mis compañeros de promoción formaban familias. Yo hilaba historias de triunfos y fracasos, de piolets cortando el cielo y de soñadores expirando sobre el hielo. Tenía el mejor trabajo del mundo, pensaba, aunque al parecer tuviera, no sé por qué, que pagar por ello.

También cometí muchos errores y dejé pasar algunos triunfos seguros. No tuve en cuenta el daño que hacen quienes buscan otros objetivos. Para mí el fin estaba en el medio - en el medio de comunicación. Era importante. Estaba allí para contar cosas, para compartir, desde antes de las redes sociales; como si hubieran inventado nada nuevo. Aún no entendo bien qué ocurrió. Supongo que el mundo siguió girando y yo debí salirme en algún punto de la curva.  Es como cuando hablas, y hablas, y de pronto te das cuenta de que no hay nadie escuchando al otro lado.

Supongo, también, que he sobrevivido. O he ido tirando. Ahora hago otras cosas. No sé bien qué contestar cuando me preguntan qué soy. Es más facil, creo, decir a qué me dedico. A ir tirando ¿no? en los tiempos sombríos.

Yo quería estar en una redacción. Sentir la vida latiendo en cada titular, intuir una vida tras las preguntas y respuestas de una entrevista. Pero la vida no es como en las series de televisión. Ahora busco en otras vidas - no sé... un micrófono. Un medio. De comunicación.



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