29 de abril de 2015

El peor final de temporada posible

Mientras los medios dan por concluida la evacuación de todos los alpinistas que aún permanecían en los campos 1 y base del Everest, nos fijamos en algunos detalles secundarios.

ExplorersWeb llama la atención sobre la previsibilidad del accidente.  El Himalaya es una zona de alta actividad sísmica y un terremoto de importancia no era, al fin y al cabo, tan sorprendente. Lo curioso es que, según afirma el portal americano, la tragedia tuvo avisó hace doce meses. Para ello citan a Gianpietro Verza, director técnico del  laboratorio italiano EvK2CNR - cuya base de investigación sobre el terreno es una “pirámide” de cristal y acero cerca del campo base y que, por cierto, mantienen una webcam que muestra la cima en tiempo real. Para Gianpietro, según ExplorersWeb, el derrumbe de hielo en la cascada del Khumbu costó la vida a 16 sherpas que trabajaban en la ruta pudo deberse a un movimiento sísmico. Aquel fue el accidente con mayor número de víctimas en la montaña hasta el momento, y supuso la cancelación de todas las expediciones al techo del mundo por la vertiente de Nepal (la cara sur).

No he encontrado el testimonio original del italiano, pero sí unas declaraciones del lunes a la Radio Vaticana en las que habla del terremoto, lo equipara al gran seísmo que se cobró 10.000 vidas en el mismo país hace ochenta años, y advierte de que la actividad sísmica se espera que continúe en próximos días.

Para la temporada 2015 se había buscado una ruta alternativa que resultase más segura, si bien más larga. De hecho, y aunque los detalles no están claros, el mayor número de víctimas este año no se produjo en la cascada de hielo (que se interpone entre el Campo Base y el Campo 1 de la ruta normal de la cara sur del Everest). Se ha informado incluso de que algunos sherpas pudieron descender por ella tras el terremoto, puesto que la ruta no había resultado muy afectada. El mayor daño se produjo en una zona supuestamente segura del Campo Base, que ocupa una extensión enorme del glaciar del Khumbu. Al parecer, el seísmo provocó un desprendimiento de hielo en el collado que se encuentra entre los picos Pumori y Lingtren, al otro lado del glaciar, y la avalancha subsecuente impacto en una parte del campo base.
Ftograma del vídeo subido a Vimeo por la expedición canadiense 6Summits Challenge. Se titula "Tribute to the fallen" aunque, más que un homenaje a los caídos, ofrece una crónica sombría del desastre en el campo base del Everest 

Al final, se repite el balance trágico en el techo del mundo y el brusco cese de la actividad alpinistica. No queda nadie en la vertiente nepalesa de la montaña y, según la agencia Xinhua, las expediciones que intentan llegar a la cima desde el Tibet también van a ser canceladas. Xinhua afirma que la razón es que lo sherpas trabajando en las expediciones están ansiosos por regresar a sus casas y comprobar el estado de estas y de sus familiares.

Expediciones en otros ochomiles del Himalaya están tomando la misma decisión – prácticamente a nadie le quedan ganas de seguir en la montaña. Los que tienen viveres y equipo de sobra, seguramente le darán mejor uso donándolo a los damnificados. Incluso algunos grupos que iban de camino a Nepal han informado de que cambian súbitamente de objetivo y que van a dedicar su viaje a labores humanitarias en vez de alpinísticas.


Hasta qué punto estas declaraciones de intenciones constituyen toda la verdad, o se complementan (aunque sin expresarlo abiertamente) con el natural miedo a nuevos temblores que afecten a las condiciones de la montaña, el estado de las rutas, la imposibilidad de contratar personal local de apoyo, o el simple interés mediático de los patrocinadores y los mismos alpinistas (no hay imagen pública que aguante una alegre escalada sobre los escombros de un país en ruinas), no puedo decirlo. En todo caso, bueno será si ayuda de alguna manera a los cientos de miles de familias que han perdido mucho más que una cumbre. 

28 de abril de 2015

Esos comentarios...

"Tenemos comida para una treintena de días," comentaba ayer Ferran Latorre a El Periódico, desde el Campo base del Makalu. El alpinista catán pretendía explicar que, con los helicópteros volcados en los rescates del Everest, ellos (hace equipo con la corredora Nuria Picas) no podían esperar ser evacuados pronto pero, ilesos y sin destrozos en "su" montaña, tampoco lo necesitaban. Un vistazo a los comentarios online al pie de la noticia deja bien claro cómo ha cambiado la percepción de este deporte para el mal llamado "gran publico" - entre otras cosas, porque no es tan grande. 

No quedan héroes

"Afortunados, en España hay gente que tiene como mucho comida para dos días," le contestaron. Si Ferran aún se acuerda de los tiempos en que fueron presentados como héroes, debe de estar alucinando. Y eso que en su favor hay que decir que el catalán no escatimó palabras para lamentar la situación del país (Nepal) y su gente, en vez de contar penas propias. No le valió de nada.

Ferrán Latorre en Katmandú, durante una expedición anterior.
Copyright Angela Benavides
En vez de aquellos recurrentes mensajes de "ánimo chaval, eres el más grande", el grueso de los comentarios les definen como "pijos que ensucian el Everest" y se preocupan más bien por el coste que un potencial rescate podría tener para los bolsillos de los contribuyentes - de ellos mismos, más bien. "Como dices que es como vuestra segunda casa....pues creo que lo mejor es que os quedéis a vivir allí, nos ahorramos el rescate," apostilla uno. "El país destrozado, y estos solo pensando en subir a la cima...felicidades", añade otro, sarcástico. Sus defensores, que también los tienen, ya no destacan sus logros, sin que básicamente se centran en negar las acusaciones de los demás. Al menos, dicen, tendrán seguro que se haga cargo del rescate, hacen fotos bien chulas, y no cobran tanto como los futbolistas. 

Actualización: 24 horas después, Latorre publica en su web que Nuria y él abandonan la escalada y que van a "centrar todos sus esfuerzos en dar el máximo apoyo a la población del Nepal, país que (Ferran) considera su segunda casa." No explica cómo, pero seguramente hablará más de ello en próximos posts.

Turistas indignados

El trágico asunto del terremoto ha ocupado un buen número de noticias en prensa generalista y, con ellas, ese nuevo género de opinión mas o menos incontrolado que son los comentarios online. Las puyas a Latorre no son nada comparados con los que recibe un turista indignado, recién rescatado por el avión de Margallo, que desahoga su impotencia (y posiblemente sufre de estrés post-traumático, todo hay que decirlo) atacando a las autoridades de Nepal. Cuenta en El Confidencial (y en otros muchos medios) que, entre otras "estafas", les cobraron las botellas de agua a diez dólares en el aeropuerto. "Nos robaron […] nos trataron como perros," se quejaba el turista rescatado. Y claro, le han caído "comentarios de gancho" hasta en el cielo de la boca. 

Efectivamente, sorprenderse porque la monarquía por gracia divina de Nepal no fuera más moderna - hasta que les echaron (1*)  - o que la actual autoridad competente no se esfuerce en cuidar a los extranjeros, cuando cualquier autoridad del país está claramente superadas por la catástrofe, demuestra cierta falta de vista previa. Previa a la estancia, se entiende.

¡Claro que el país y sus instituciones no son perfectos! – no hay más que verlo al final de los rankings de países pobres, salud infantil, etc. Cierto es que cuando las cosas se ponen feas de verdad, los escrúpulos (de haberlos) desaparecen. Pero cosas así se suponen sabidas, o al menos esperadas, cuando compramos los billetes de avión y solicitamos un visado.  Ellos pagaron 10 dólares a un soldado por una botella de agua, pero imaginen qué no se pagará en un país prácticamente sin agua potable, comida, medicinas, ni refugio para los que han quedado sin hogar. Y el monzón se acerca. Sinceramente, no creo que fuera nada personal. Solo una ocasión perfecta de sacar unos dólares fáciles. ¿Inmoral? No sé; allá cada uno con su karma.

Medir las palabras
Por otra parte, no conozco las circunstancias de la entrevista, aunque tampoco parece que ni el periodista ni el medio hayan aplicado demasiado sentido común: en mi opinión, habría que deducir cuándo un entrevistado está asimismo superado por las circunstancias y habla sin pensar demasiado en lo que dice.  En ese caso, además, hay que ser muy cuidadoso. Es una cuestión de ética, de responsabilidad informativa pero, sobre todo, es de cajón. Podría parecer más atractivo publicar declaraciones controvertidas que atraigan muchos comentarios y visitas, pero yo creo que, a la larga, eso daña seriamente la credibilidad del profesional y del medio. El periodista debe prever las consecuencias de lo que publica,o al menos intentarlo. No sólo para él o la empresa – en este caso, por ejemplo, nadie va a demandarles - sino también para los sujetos informativos. A la vista de los comentarios online, mucho me temo que al turista locuaz del que he hablado, después de caerle medio Katmandú encima, de vuelta a casa le llueva el reproche silencioso de vecinos, conocidos, compañeros, coincidentes y, en general, todos esos que de alguna manera se han enterado de que se fue a Nepal y que salió de allí no dando gracias por seguir vivo, sino despotricando.

1* Nota del autor: He actualizado una frase porque en la versión anterior no quedó claro que el rey de Nepal no gobierna en la actualidad. Fallo de redacción. Mis disculpas. 

27 de abril de 2015

Malas noticias del mundo real

Esperaba evitar tener que escribir sobre este tipo de asuntos. Menos aún me gusta lanzar este blog comentando una tragedia como el terremoto que sacudió Nepal el sábado y sus devastadoras consecuencias para un país cuyos habitantes ya tienen suficientes problemas. Tampoco es que tenga mucho que decir más allá de lo reproducido por los medios y, sobre todo, de las historias terribles que cuentan las imágenes.

Sí me extraña, si acaso, ver publicadas fotos de niños cubiertos de polvo, semienterrados entre los escombros. Al parecer, los niños muertos de Nepal no tienen derecho al pixelado. No acabo de entender muy bien por qué. Supongo que tiene algo que ver con ese afán de personalización del "otro tipo" de fallecidos, los de los campos Base y C1 del Everest. De estos últimos nos lanzamos a averiguar sus nombres y apellidos, su profesión, sus motivos para estar allí en tan mal momento. ¿Será que los consideramos "de los nuestros"? Los ciudadanos nepaleses, or el contrario, parece que sólo cuentan como fracciones minúsculas de cifras totales que, entonces sí, nos sobrecogen. 

Es cierto que, como historia periodística, las avalanchas producidas por el terremoto son impresionantes. Algunas imágenes y, sobre todo, este video, subido a YouTube por Jost Kobush y reproducido por medios de todo el mundo, valen una portada. O dos.  

Por otra parte, los expedicionarios del Everest han tenido la misma mala suerte que los turistas que disfrutaban de las playas de Tailandia cuando éstas fueron arrasadas por el Tsunami de 2004. No hablamos de una tragedia alpinística sino de una catástrofe natural que, en el caso de los montañeros ahora aislados (al menos por via aérea - no me consta que las rutas a pie estén cortadas), presenta un problema añadido: que fuera de esa especie de dimensión paralela que a menudo suponen los Campos Base himaláyicos, el mundo no sigue armonioso y feliz. En circunstancias normales, los alpinistas hartos de aire y ambiente enrarecido podían descender al valle respirando mejor aire a cada paso o, mejor aún, tomar un helicóptero que en un par de horas les depositase junto a la piscina de un hotel de cinco estrellas (esto es real, no una hipérbole). Asimismo, un alpinista en problemas, si conseguía llegar al campo bas y el tiempo acompañaba lo mínimo, podía ser  evacuado cn rapidez a un hospital decente en Kathmandu o, mejor aún, a una clínica especializada del llamado "mundo occidental". El valle era aquel lugar real e idealizado en dias de esfuerzo, frío y miedo, al que regresar al fin para saborear la vida como nunca. El mundo real donde el alpinista sabía que podría despertar de su sueño de gloria, a veces transformado en pesadilla. 

Tras el terremoto, sin embargo, la imagen de rododendros en flor, niños sonrientes saludando con palmas juntas y varitas de incienso frente a las estupas de Swayanbunath se ha, literalmente, desmoronado. La pesadilla no se diluye al dejar atrás la montaña: en el valle de las sonrisas se cuentan por miles los muertos, semienterrados, sin nombres y apellidos, ni caritas pixeladas. Los templos se han derrumbado sobre las flores y las velas de mantequilla. No hay luz, no hay agua potable, no hay casa, ni refugio, ni lugar de trabajo para miles de desgraciados. Los montañeros cansados tendrán que buscar mantener los ojos cerrados más tiempo y despertar al fin más lejos, en otros valles más allá del mar y los choques de placas tectónicas. O no. Tal vez haya que abrir bien los ojos y atisbar, entre las nubes de polvo, las calles agrietadas y las multitudes confusas que se agolpan en plazas y espacios abiertos.  Y reflexionar. O, incluso mejor, tratar de echar una mano. Este artículo del Huffington Post ofrece varias opciones de colaboración. 

Oraciones en una piedra Mani camino del CB del Everest. Copyright: Angela Benavides.