28 de abril de 2015

Esos comentarios...

"Tenemos comida para una treintena de días," comentaba ayer Ferran Latorre a El Periódico, desde el Campo base del Makalu. El alpinista catán pretendía explicar que, con los helicópteros volcados en los rescates del Everest, ellos (hace equipo con la corredora Nuria Picas) no podían esperar ser evacuados pronto pero, ilesos y sin destrozos en "su" montaña, tampoco lo necesitaban. Un vistazo a los comentarios online al pie de la noticia deja bien claro cómo ha cambiado la percepción de este deporte para el mal llamado "gran publico" - entre otras cosas, porque no es tan grande. 

No quedan héroes

"Afortunados, en España hay gente que tiene como mucho comida para dos días," le contestaron. Si Ferran aún se acuerda de los tiempos en que fueron presentados como héroes, debe de estar alucinando. Y eso que en su favor hay que decir que el catalán no escatimó palabras para lamentar la situación del país (Nepal) y su gente, en vez de contar penas propias. No le valió de nada.

Ferrán Latorre en Katmandú, durante una expedición anterior.
Copyright Angela Benavides
En vez de aquellos recurrentes mensajes de "ánimo chaval, eres el más grande", el grueso de los comentarios les definen como "pijos que ensucian el Everest" y se preocupan más bien por el coste que un potencial rescate podría tener para los bolsillos de los contribuyentes - de ellos mismos, más bien. "Como dices que es como vuestra segunda casa....pues creo que lo mejor es que os quedéis a vivir allí, nos ahorramos el rescate," apostilla uno. "El país destrozado, y estos solo pensando en subir a la cima...felicidades", añade otro, sarcástico. Sus defensores, que también los tienen, ya no destacan sus logros, sin que básicamente se centran en negar las acusaciones de los demás. Al menos, dicen, tendrán seguro que se haga cargo del rescate, hacen fotos bien chulas, y no cobran tanto como los futbolistas. 

Actualización: 24 horas después, Latorre publica en su web que Nuria y él abandonan la escalada y que van a "centrar todos sus esfuerzos en dar el máximo apoyo a la población del Nepal, país que (Ferran) considera su segunda casa." No explica cómo, pero seguramente hablará más de ello en próximos posts.

Turistas indignados

El trágico asunto del terremoto ha ocupado un buen número de noticias en prensa generalista y, con ellas, ese nuevo género de opinión mas o menos incontrolado que son los comentarios online. Las puyas a Latorre no son nada comparados con los que recibe un turista indignado, recién rescatado por el avión de Margallo, que desahoga su impotencia (y posiblemente sufre de estrés post-traumático, todo hay que decirlo) atacando a las autoridades de Nepal. Cuenta en El Confidencial (y en otros muchos medios) que, entre otras "estafas", les cobraron las botellas de agua a diez dólares en el aeropuerto. "Nos robaron […] nos trataron como perros," se quejaba el turista rescatado. Y claro, le han caído "comentarios de gancho" hasta en el cielo de la boca. 

Efectivamente, sorprenderse porque la monarquía por gracia divina de Nepal no fuera más moderna - hasta que les echaron (1*)  - o que la actual autoridad competente no se esfuerce en cuidar a los extranjeros, cuando cualquier autoridad del país está claramente superadas por la catástrofe, demuestra cierta falta de vista previa. Previa a la estancia, se entiende.

¡Claro que el país y sus instituciones no son perfectos! – no hay más que verlo al final de los rankings de países pobres, salud infantil, etc. Cierto es que cuando las cosas se ponen feas de verdad, los escrúpulos (de haberlos) desaparecen. Pero cosas así se suponen sabidas, o al menos esperadas, cuando compramos los billetes de avión y solicitamos un visado.  Ellos pagaron 10 dólares a un soldado por una botella de agua, pero imaginen qué no se pagará en un país prácticamente sin agua potable, comida, medicinas, ni refugio para los que han quedado sin hogar. Y el monzón se acerca. Sinceramente, no creo que fuera nada personal. Solo una ocasión perfecta de sacar unos dólares fáciles. ¿Inmoral? No sé; allá cada uno con su karma.

Medir las palabras
Por otra parte, no conozco las circunstancias de la entrevista, aunque tampoco parece que ni el periodista ni el medio hayan aplicado demasiado sentido común: en mi opinión, habría que deducir cuándo un entrevistado está asimismo superado por las circunstancias y habla sin pensar demasiado en lo que dice.  En ese caso, además, hay que ser muy cuidadoso. Es una cuestión de ética, de responsabilidad informativa pero, sobre todo, es de cajón. Podría parecer más atractivo publicar declaraciones controvertidas que atraigan muchos comentarios y visitas, pero yo creo que, a la larga, eso daña seriamente la credibilidad del profesional y del medio. El periodista debe prever las consecuencias de lo que publica,o al menos intentarlo. No sólo para él o la empresa – en este caso, por ejemplo, nadie va a demandarles - sino también para los sujetos informativos. A la vista de los comentarios online, mucho me temo que al turista locuaz del que he hablado, después de caerle medio Katmandú encima, de vuelta a casa le llueva el reproche silencioso de vecinos, conocidos, compañeros, coincidentes y, en general, todos esos que de alguna manera se han enterado de que se fue a Nepal y que salió de allí no dando gracias por seguir vivo, sino despotricando.

1* Nota del autor: He actualizado una frase porque en la versión anterior no quedó claro que el rey de Nepal no gobierna en la actualidad. Fallo de redacción. Mis disculpas. 

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