"Tenemos comida para una treintena de días," comentaba ayer Ferran Latorre a El
Periódico, desde el Campo base del Makalu. El alpinista catán pretendía
explicar que, con los helicópteros volcados en los rescates del Everest, ellos
(hace equipo con la corredora Nuria Picas) no podían esperar ser evacuados
pronto pero, ilesos y sin destrozos en "su" montaña, tampoco lo
necesitaban. Un vistazo a los comentarios online al pie de la noticia deja bien
claro cómo ha cambiado la percepción de este deporte para el mal llamado
"gran publico" - entre otras cosas, porque no es tan grande.
No quedan héroes
"Afortunados, en España hay gente que tiene como mucho
comida para dos días," le contestaron. Si Ferran aún se acuerda de los
tiempos en que fueron presentados como héroes, debe de estar alucinando. Y eso
que en su favor hay que decir que el catalán no escatimó palabras para lamentar
la situación del país (Nepal) y su gente, en vez de contar penas propias. No le
valió de nada.
Ferrán Latorre en Katmandú, durante una expedición anterior. Copyright Angela Benavides |
En vez de aquellos recurrentes mensajes de "ánimo
chaval, eres el más grande", el grueso de los comentarios les definen como
"pijos que ensucian el Everest" y se preocupan más bien por el coste que un
potencial rescate podría tener para los bolsillos de los contribuyentes - de ellos mismos, más bien.
"Como dices que es como vuestra segunda casa....pues creo que lo mejor es
que os quedéis a vivir allí, nos ahorramos el rescate," apostilla uno.
"El país destrozado, y estos solo pensando en subir a la
cima...felicidades", añade otro, sarcástico. Sus defensores, que también
los tienen, ya no destacan sus logros, sin que básicamente se centran en negar
las acusaciones de los demás. Al menos, dicen, tendrán seguro que se haga cargo
del rescate, hacen fotos bien chulas, y no cobran tanto como los futbolistas.
Actualización: 24 horas después, Latorre publica en su web que Nuria y él abandonan la escalada y que van a "centrar todos sus esfuerzos en dar el máximo apoyo a la población del Nepal, país que (Ferran) considera su segunda casa." No explica cómo, pero seguramente hablará más de ello en próximos posts.
Turistas indignados
El trágico asunto del terremoto ha ocupado un buen número de
noticias en prensa generalista y, con ellas, ese nuevo género de opinión mas o menos incontrolado que
son los comentarios online. Las puyas a Latorre no son nada
comparados con los que recibe un turista indignado, recién rescatado por el
avión de Margallo, que desahoga su impotencia (y posiblemente sufre de estrés
post-traumático, todo hay que decirlo) atacando a las autoridades de Nepal.
Cuenta en El
Confidencial (y en otros muchos medios) que, entre otras
"estafas", les cobraron las botellas de agua a diez dólares en el
aeropuerto. "Nos robaron […] nos trataron como perros," se quejaba el
turista rescatado. Y claro, le han caído "comentarios de gancho"
hasta en el cielo de la boca.
Efectivamente, sorprenderse porque la monarquía por gracia
divina de Nepal no fuera más moderna - hasta que les echaron (1*) - o que la actual autoridad competente no
se esfuerce en cuidar a los extranjeros, cuando cualquier autoridad del país está claramente superadas por la catástrofe, demuestra cierta falta de vista previa.
Previa a la estancia, se entiende.
¡Claro que el país y sus instituciones no son perfectos! – no
hay más que verlo al final de los rankings de países pobres, salud infantil,
etc. Cierto es que cuando las cosas se ponen feas de verdad, los escrúpulos (de
haberlos) desaparecen. Pero cosas así se suponen sabidas, o al menos esperadas,
cuando compramos los billetes de avión y solicitamos un visado. Ellos pagaron 10 dólares a un soldado por una
botella de agua, pero imaginen qué no se pagará en un país prácticamente sin
agua potable, comida, medicinas, ni refugio para los que han quedado sin hogar.
Y el monzón se acerca. Sinceramente, no creo que fuera nada personal. Solo una
ocasión perfecta de sacar unos dólares fáciles. ¿Inmoral? No sé; allá cada
uno con su karma.
Medir las palabras
Por otra parte, no conozco las circunstancias de la
entrevista, aunque tampoco parece que ni el periodista ni el medio hayan
aplicado demasiado sentido común: en mi opinión, habría que deducir cuándo un entrevistado
está asimismo superado por las circunstancias y habla sin pensar demasiado en
lo que dice. En ese caso, además, hay que ser muy cuidadoso. Es una
cuestión de ética, de responsabilidad informativa pero, sobre todo, es de cajón.
Podría parecer más atractivo publicar declaraciones controvertidas que atraigan
muchos comentarios y visitas, pero yo creo que, a la larga, eso daña seriamente
la credibilidad del profesional y del medio. El periodista debe prever las consecuencias
de lo que publica,o al menos intentarlo. No sólo para él o la empresa – en este caso, por ejemplo, nadie
va a demandarles - sino también para los sujetos informativos. A la vista de
los comentarios online, mucho me temo que al turista locuaz del que he hablado,
después de caerle medio Katmandú encima, de vuelta a casa le llueva el reproche
silencioso de vecinos, conocidos, compañeros, coincidentes y, en general, todos
esos que de alguna manera se han enterado de que se fue a Nepal y que salió de
allí no dando gracias por seguir vivo, sino despotricando.
1* Nota del autor: He actualizado una frase porque en la versión anterior no quedó claro que el rey de Nepal no gobierna en la actualidad. Fallo de redacción. Mis disculpas.
1* Nota del autor: He actualizado una frase porque en la versión anterior no quedó claro que el rey de Nepal no gobierna en la actualidad. Fallo de redacción. Mis disculpas.
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